Las portadas del día después de la presentación de la reforma laboral no dejaban lugar a dudas. El despido será más fácil y barato. Despido fácil. Despido extremadamente barato. Autopista al despido.
No lo llames despido. Llámalo creación de empleo (bueno, este titular no salió, pero es bueno).
Por alguna razón, es un escándalo que los sindicatos se opongan a estas medidas y recurran a una respuesta aceptada por la Constitución.
No es una huelga contra el Gobierno o contra una medida del Gobierno. Es una huelga “contra España”. El patriotismo de los sinvergüenzas es una carta que sale en todas las manos cuando reparte juego cierta prensa.
Y no le dan ni cien días, un periodo de tiempo impuesto en todos los textos sagrados sobre la democracia. El Gobierno puede poner en marcha una “revolución”. Los sindicatos sólo deben agachar la cabeza.
Pues eso, no me formen grupos.
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