La pista buena no era la ultra, sino la yihadista. En estos momentos, la policía francesa rodea un edificio en Toulouse donde se encuentra atrincherado el presunto autor del asesinato de tres niños judíos, un rabino y tres militares. Se llama Mohamed Merá, un francés de 24 años y madre argelina. Se sabe de él que estuvo en la frontera de Afganistán y Pakistán en campos de entrenamiento terroristas. Él mismo se ha identificado como miembro de Al Qaeda. Ha estado en contacto telefónico a través de un móvil con los agentes que rodean la casa, pero ya lleva un tiempo sin contestar a las llamadas.
En principio, se cree que actuó solo, pero el ministro de Interior ha dicho que la policía tendrá que confirmar si fue así. Sus hermanos han sido detenidos, pero sólo uno de ellos ha tenido relación con grupos yihadistas.
Según el ministro, Merá llevaba mucho tiempo siendo vigilado por los servicios de inteligencia, probablemente por sus viajes a Afganistán. Reuters ha informado que fue condenado a tres años en Kandahar. Pudo escapar en una fuga masiva organizada por los talibanes en 2008. Si desde entonces había sido localizado en Francia, algo que aún no se conoce con exactitud, el error de las fuerzas de seguridad sería evidente.
Es seguro que la identificación del presunto asesino tendrá una repercusión política en las elecciones presidenciales. Los periódicos de hoy basan su enfoque en la pista ultraderechista de la que se hablaba ayer por la detención de tres ex militares cuya relación con los crímenes se descartó rápidamente. Lo que se diga a partir de hoy será diferente.
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