En el último debate de las primarias republicanas, Newt Gingrich se mostró particularmente conciliador con sus rivales. En el mundo real, sigue corriendo la sangre. Este anuncio de un grupo proGingrich en Florida hunde en el corazón de Romney una espada que lleva el nombre de Obama. Ver al presidente decir “estoy de acuerdo con Mitt Romney” o a este decir en su época de gobernador de Massachusetts que no es “un republicano partidista” es lo más parecido al beso de la muerte.
Al ser Florida, también hay anuncios dirigidos a la comunidad hispana. Este anuncio de radio en español acusa a Romney de estar en contra de la Dream Act y de gozar del apoyo de los grupos de Arizona partidarios de frenar la inmigración. En realidad, lo ha pagado una SuperPAC de los demócratas, pero sirve a los intereses de Gingrich, que en ocasiones ha tenido una actitud más realista en relación a la inmigración. No siempre, porque todo depende de por dónde sopla el viento.
Obviamente, Romney no ha optado por el desarme unilateral. El anuncio, este sí directamente de su campaña, va contra el trabajo de Gingrich en favor de los lobbies y su despedida deshonrosa de la Cámara de Representantes.
Los problemas de Romney empiezan por él mismo, más allá de los ataques que reciba desde el campo de Gingrich. Ayer el informativo de la NBC dedicó sus cuatro primeros minutos a la información aparecida en su declaración de impuestos, incluidas las cuentas en paraísos fiscales. La polémica está destruyendo uno de los puntos fuertes de su campaña: su capacidad para derrotar a Obama al no recabar votos sólo del sector más conservador. Sus números negativos comienzan a ser casi tan malos como los de Gingrich.
El rechazo que provoca incluso es muy significativo entre los que votan más republicano que la media: los votantes de raza blanca e ingresos inferiores a 50.000 dólares anuales. Si esa tendencia se confirmara, no es que Romney lo tendría difícil para derrotar a Obama. De hecho, lo tendría imposible para ganar la candidatura republicana.
La última encuesta de Florida –creo que más fiable que las anteriores– da dos puntos de ventaja (36%-34%) a Romney sobre Gingrich. Ese mismo sondeo ponía al ex gobernador 12 puntos por delante hace poco más de dos semanas. La tendencia es obvia. Lo único que puede salvar a Romney de otra derrota clara es que mucha gente de Florida ya votó por correo antes de las primarias de Carolina del Sur.
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