Los alemanes creen haber encontrado la solución a los males de la economía griega. Dado que todas las decisiones impuestas por la UE han fracasado, vamos a conceder el control del presupuesto del país a las personas de las que partieron esas medidas inútiles. Una vez más, la lógica de la construcción europea es tan retorcida que muchos se preguntan dónde está el truco.
Alemania presentó a los demás países una propuesta por la que Atenas entregaría el control presupuestario a un representante de la UE. El virrey impondrá que el pago de los intereses de la deuda sea prioritario y podrá vetar partidas presupuestarias. El ministro de Hacienda pondrá la firma porque en el neolenguaje comunitario las autoridades griegas mantendrán su capacidad de aplicar las reformas.
La respuesta griega ha sido previsible. El ministro de Hacienda, Evangelos Venizelos (el que se limitaría a poner su nombre en la línea de puntos), se ha negado en redondo: “Cualquiera que ponga a la gente ante el dilema de elegir entre ayuda financiera y dignidad nacional está olvidando lecciones históricas básicas”. ¿Se referirá a la imagen de arriba, la de los tanques alemanes en la Acrópolis?
¿Qué hay de las lecciones económicas básicas? Grecia no puede pagar esa deuda. Las medidas de austeridad impuestas han hundido aún más al país en la recesión. La opción del impago (‘default’) sería la consecuencia lógica del desastre anterior, y no es que esté exenta de efectos dramáticos.
La UE lleva dos años intentando que la carga de esa deuda sea sostenible y los números se resisten a darle la razón. Es lo que pasa cuando intentas solucionar dos problemas contradictorios: hacer viable el pago de la deuda con el requisito de que no se activen los mecanismos de impago de deuda (CDS). No porque esto último sea negativo para los griegos, sino porque podría serlo –hasta qué punto nadie lo sabe– para las instituciones financieras europeas. Demasiadas bolas en el aire como para que alguna no se caiga al suelo.
El ministro de Cultura ha dicho que la soberanía es “una línea roja” que no se puede cruzar. Grecia vive en realidad de la caridad europea. Quizá la expresión no sea muy correcta, pero lo que es indudable es que el Estado griego sigue manteniendo las puertas abiertas gracias a la ayuda financiera de la UE y el FMI.
Cuando en las discusiones económicas salen a relucir las palabras dignidad y soberanía uno se puede imaginar que el debate ha pasado ya del punto de ebullición.
¿Cuánto duraría un Gobierno que aceptara las condiciones que pretende Berlín? Merkel retrasó medidas imprescindibles en la UE porque estaba preocupada por los votos que perdería su partido en las elecciones de un länder. ¿Y ahora quiere que el Gobierno griego se suicide? Quizá Papadimus esté por la labor (los tecnócratas se saben prescindibles, saben que siempre encontrarán refugio en algún Consejo de Administración), pero los políticos como Venizelos no terminan de ver las ventajas de lanzarse sobre la espada.
Alemania exige a Atenas algo parecido al pago de unas reparaciones de guerra con independencia de las consecuencias que se produzcan. Debe pagar un dinero porque lo debe, eso es un hecho indudable. Si la República de Weimar Grecia se hunde en el intento, ese no es nuestro problema, dirán.
Hace unos meses, Atenas dijo que tenía previsto despedir a 150.000 funcionarios (un 20% del total) para reducir el gasto público. Que yo sepa, aún no ha comenzado la poda. ¿Es ese el primer objetivo alemán al imponer un virrey que diga al Gobierno que no hay dinero para pagar a X funcionarios? Pero si toda esa gente se va al paro y sus ingresos se ven reducidos en no menos de un 30%-40%, ¿qué repercusión tendrá eso en el consumo privado, y por tanto en la actividad económica, y por tanto en los ingresos fiscales?
Pronóstico: la deuda aumentará, dejará de ser sostenible y el virrey pedirá el despido de más funcionarios. En ese caso, será mejor que no recorten mucho el gasto en policías y material antidisturbios.
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El ministro alemán de Economía, Philipp Rösler (y líder del partido liberal), confirma que Berlín va en serio en el tema del control presupuestario de Grecia.
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