La política es un deporte de contacto. El que no tiene bien guardadas las espaldas se arriesga a una entrada a destiempo. Cuando se vota al líder del partido –los que pueden–, el riesgo aumenta. Las promesas se traicionan. El que pensabas que estaría contigo hasta el final aparece abrazando al rival. Los que se iban a mantener neutrales hacen campaña por el otro.
Es como la serie ‘Juego de tronos’ pero con más sonrisas. Y menos sangre.
Chacón se queja en plan de broma (¿o no tanto?) que anda saltando para librarse de las patadas del enemigo, es decir, Rubalcaba y los suyos. Rubalcaba descubre enfurecido que la supuesta neutralidad de los dirigentes socialistas andaluces no es tal. Las declaraciones de varios de ellos son las que han dado a la ex ministra de Defensa la condición de favorita, aunque sea por poco.
El factor presentación es fundamental, porque los observadores también juegan. Los periodistas se quejan de que el dedazo y la falta de democracia interna convierten la vida de los partidos en una sucesión de adhesiones incondicionales. Pero cuando hay un duelo de verdad afirman alarmados (¡en este local se juega!) que la división es profunda, que el partido se ha convertido en una “jaula de grillos” (les encanta esa expresión) y que hay riesgo de cisma. Como en el fútbol, los medios denuncian la violencia, pero le dedican mucho más espacio que a las cosas del balón. Nadie hace caso al que no grita.
Cada uno ve el panorama en función de sus intereses. Los tuyos que buscan el voto de los delegados sólo están trabajando con pasión en favor de una idea que merece la pena defender. Los de los otros, que hacen lo mismo sólo que al otro lado, están conspirando, presionando y amenazando.
¿Qué queda del debate de ideas? ¿Cuáles son las diferencias ideológicas entre Chacón y Rubalcaba? Es difícil responder a esas preguntas, sobre todo desde el momento en que no se ha celebrado ningún debate, algo inaudito. Y no es necesario recurrir a la interminable sucesión de debates de las primarias norteamericanas. Los socialistas franceses también los celebraron en su momento.
Cuando hay poca ideología, sólo queda el aparato. O los aparatos, porque este congreso del PSOE demuestra que hay más de uno. Y, como decía Andreotti, el poder desgasta sólo al que no lo tiene. Todas esas presiones y supuestas amenazas se darán por amortizadas si al final se consigue la victoria. El día después, pocos recordarán que hubo que enviar a alguien un pescado envuelto en papel de periódico. Los aparatos saben cómo trasladar un mensaje.
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